Vómito III

Todo se refiere a lo mismo, siempre. Será que soy yo el estúpido? O la estupidez es la madre de la juventud? O no hay otra manera de vivir bien que no siendo un poco estúpido de vez en cuando y cada vez más seguido?
Lo último bueno que me pasó es que estoy dándome cuenta de que estudio filosofía por una razón que poco tiene que ver con el mundillo de la estupidez. Y me preocupa.
Abro puertas, cierro ventanas, hurgo en casas abandonas y mundos parapléjicos pequeños restos de humanidades, marionetas semovientes, ingrávidos instintos para no hacer de vuelta lo que estoy por hacer: NADA.
Me descubro como esos pelotudos que se descubren en un día en donde les pasa algo re-groso, harto de minitas que se pelearon con su mejor amiga, de porongones que se la dan de sabios, de estupefacientes alivianadores, de noches alcohólicas, de cerrar bares.
Harto de preguntar para qué vivo, por qué vivo, quién es el que vive.
VIVO.
Y me estoy transformando lentamente en un marido.
Y me cabe.
Y no podría ser marido si ella no fuera mi esposa.
Y eso me cabe mucho más.

La Estupidez (el simple acto de vivir)

En esto momento hay sólo una cosa que puedo decir sin caer, otra vez, en la nada.

A saber:

Amo ponerme ojotas con medias y clavar la tirita entre lo que sería el dedo índice y el mayor. Usar la misma remera que tengo hace diez años frente al tiempo que tuvimos de testigo. Amo mi polera de trece para catorce con las marcas inborrables de la estufa en la espalda.

Es curioso como la simple mundanidad puede hacerme sentir tan bien.

Bonus: tengo puestos unos calzoncillos que me quedan enormes. ¿Quién dijo que la libertad es palabra mayor?