Sunday, September 03, 2006

De rotos y descosidos

Después de una larga charla sobre desamores, llegó la conversación a su fin con la ya clásica "siempre hay un roto para un descosido".
Y yo me pregunté, como muchas otras veces: ¿Qué será mejor, ser el roto o ser el descosido? La única diferencia es que esta vez, mi ánimo de no querer pensar en "otras cosas" me llevó a seguir en este camino...
A simple vista, yo diría que es mejor ser descosido, ya que puede volver a coserse sin perder su forma original, mientras que un roto, aun cuando pueda remendarse, queda marcado. A partir de esta marca, medité un poco más: quien es re-cosido, ha sufrido y no lleva la marca a flor de piel; pero quien está roto ostenta la marca de su desgracia al mundo. Esto puede llevarnos creer que el roto está en peores condiciones: no sólo ha perdido su integridad sino que está impedido de recobrarla por completo y aun cuando la recupera en parte queda marcado a los ojos del mundo. Sin embargo, ¿No pasa lo mismo con el descosido? Algo ha hecho que sus partes desistieran y se desligaran, su desmembración hace que pierda su identidad: no es un algo roto, sino que es partes. Su integridad en juego y también su identidad, cosa que no sucede con el roto. Además, esa marca que distingue al roto y lo muestra como sobreviviente a ser respetado como tal, el descosido no puede ostentarla y sufre de la indiferencia del mundo.
Es por todo esto que, muchas veces, cuando un roto y un descosido se encuentran, el descosido, reconociendo la marca y sabiendo por propia experiencia lo que es ese dolor de verse jaquedao en la esencia, abre sus brazos y consuela, refugia; mientras el roto se deja curar y, al no ver marca en su compañero, lo deja a la deriva en su dolor sin sospechar cuánta falta y cuánto bien puedan sus brazos hacer.