Wednesday, June 14, 2006

Vomito II

Hace mucho que descuido este blog. NO tengo excusas. Ahora estoy en casa y me acabo de tomar un tubo de Titarelli Syrah (será syrah? Ya no sé) Tengo unas ganas terribles de vomitar, eufemísticamente hablando.
Atrás mío están dando un resúmen de Brasil, pero el mundial está monótono. Basta.
Tengo ganas de estar adentro de alguien (mi novia diría, cómo de alguien?), pero no sirven las palabras para explicar este sentimiento. Es la necesidad de sentirme alguien, de ser parte de algo, de no vivir por vivir nomás.
La copa es de las buenas, en forma de campana, en donde el vino no pasa de la recta imaginaria, perpendicular al pie, trazada entre la parte más ancha, tal cual lo indican los que saben. El color es un rojo rubí intenso y tiene demasiado cuerpo, mucho gusto a madera yun gusto medio dulzón, quizás por eso es el que prefieren las mujeres.
Decía, vivir por vivir es una cagada. Paso horas frente a estúpidos aparatos (como este) tratando de olvidar qué es lo que realmente tengo que hacer. No me refiero al laburo, porque eso es lo mismo, pero me pagan y hago lo que tengo que hacer. Somos así de revolucionarios.
Estudio Filosofía para cambiar el mundo (o para tratar de entenderlo, o para decir con argumentos por qué no creo en dios) y soy un yuppie burgués que ahorra para comprar su casa, su auto, su tele y tomar buen vino. Quién se escapa del capitalismo?
Ya no hay ideas, no hay ideologías, lo dijo Zitarrosa hace treinta años: su pasión es el dinero porque es multinacional.
Lo bueno de la copa es que se desliza el vino hacia el centro, entrando a la boca por el centro de la lengua, facilitando así la maximización de las papilas y la absorción de aire para complementar el sabor. En la copa se dibujan las piernas y el reflejo de Pettinato, que para aquellos que no lo saben, es el conductor de Duro de domar (Úrsula está para jugar a la pizza) y los rastros de gotas de vino que bajan lentamente por los costados de la copa. Anteúltimo trago.
Mañana me tengo que levantar temprano para volver a la miseria que me proporciona pilchas, y encima no me dejan ver el mundial pero basta.
Fue mi último trago. Alguien sería tan amable de decirme para qué vivo? Porque yo sé que no voy a llegar a nada.
Y realmente no me importa.