La venganza de Michelangelo

Corría el año 1500 y unos obreros florentinos estaban al re-pedo en su laburo. Vamos a hacer unas birras, dice el capataz, y los obreros, ni lerdos ni cuerdos, aceptan. Ya en el bar se proponen rascarse a tres manos. Cómo podemos boludear y que nos paguen, pregunta uno. O sos político o le encargás tu laburo a otro, responden al unísono. El menos mamado salta y dice Ya sé, redecoremos la Catedral; le mandamos el laburo a otro y chau.

Todos aceptan y le piden a otro obrero, que no estaba ahí, que se encargue de elegir a un nabo para que esculpa una estatua.

Al tiempo se presenta Miguel Angel, Che, me dijeron que nesecitaban a un negro que se encargue de hacer una estatua. Mirá Maikel, necesito algo grande, como de muchos metros. Si puede ser, mármol mejor, para que lleve más tiempo y nos sigan subsidiando. Tenés algo pensado. La verdad, no. Pero me dijeron de algo este flaco, la puta, cómo se llamaba éste; el que le rompió el orto a Goliat con la gomerita. David. Ese, David, porque representa no sé qué mierda de los reyes y de los pobres y los corpulentos. Vamos a hacer algo mejor, venite la semana que viene y te digo bien lo que quieren, chau negro.

A la semana entrante Miguel Angel estaba al pie del cañón. Bueno Maik, quieren una estatua de cinco metros de alto, en mármol. Tiene que ser el Deivid del que hablamos. Hacelo musculoso, con mirada agerrida, como mirando al gigantón, sin marcas en el cuerpo. Todo esto me lo pidió el capataz porque representa algo de la libertad, (de los menos, como siempre) la masculinidad, la pureza y el sentimiento de guerra que necesitamos. Acordate que para el Pato Lucas falta mucho y no podemos esperar. La sonrisa de Miguel Angel se empezó a dibujar hasta tornarse incontenible.

Tres largos años tardó Miguel Angel en hacer al coso ese. Dale que te dale con el martillito. Todos los días, después de unos matienzos, se ponía a laburar cagado de risa. Cada martillazo era acompañado de una carcajada terrible. Llamaba a los vecinos para que vinieran a ver lo que estaba haciendo y todos se sumaban a las risas. Se rompió dos dedos por errarle al cortafierro de tanto que se reía. Cómo te voy a cagar, cómo te voy a cagar, pelotudo.

La mayoría de los escultores dejan la cara para último momento porque es lo más difícil. una vez que obtienen la expresión del cuerpo, la de la jeta sale por un tubo. No Miguel Angel. Se mandó una cara de la reputísima madre, con una mirada tan profunda que a los que la miran les infunde temor. Es como si estuvieran mirando a Goliat, decían.

Llegó el gran día y la muchedumbre se apeltonaba en la fachada de la Catedral florentina. Por supuesto, la estatua estaba cubierta por una sábana blanca. Miguel Angel estaba a la derecha de la estatua y a la izquierda los obreros de la catedral. Después de un discurso de mierda se procedío a la remoción de la sábana.

Todos los presentes se cagaron de risa, la plaza se transformó en una comedia bizarra.

¡¡¡Quién carajo quería tener libertad, pureza, victoria y masculinidad con una pija chiquita!!!